La industria automotriz mexicana ha expresado una fuerte preocupación ante la propuesta del gobierno de imponer nuevos aranceles a componentes y productos automotrices provenientes de China. La medida, que busca fortalecer la industria nacional y evitar sanciones de Estados Unidos, podría generar una crisis en las cadenas de producción. La iniciativa del gobierno mexicano, que se discutirá en el Congreso a finales de noviembre, contempla la aplicación de aranceles que oscilan entre el 10% y el 50% a diversas importaciones chinas, incluyendo automóviles, textiles, calzado y, de manera crítica para el sector automotor, componentes electrónicos. El objetivo gubernamental es multifacético: busca disminuir el déficit comercial con China, fortalecer la industria nacional y evitar la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos en el marco de una inminente revisión del T-MEC. Washington ha acusado a fabricantes chinos de utilizar a México como plataforma para eludir aranceles en su mercado.
Sin embargo, la industria armadora advierte que esta política podría paralizar la producción.
El foco principal de la preocupación son las pantallas táctiles digitales de los vehículos modernos, cuyos componentes provienen mayoritariamente de China. Empresas como Aumovio, que produce pantallas para marcas como Ford, han manifestado su dependencia de estas complejas cadenas de proveeduría, señalando que buscar nuevos proveedores tomaría años y aumentaría considerablemente los costos. Más del 80% de la electrónica automotriz que llega a México proviene de Asia, y el país no cuenta con la capacidad para fabricar estos componentes. Los expertos proyectan tres posibles escenarios si los aranceles entran en vigor: un incremento en los precios de los autos nuevos fabricados en México, paros técnicos en las líneas de producción por falta de abasto y una posible fuga de inversiones hacia países con cadenas de suministro más estables.
En resumenLa propuesta de aranceles a las autopartes chinas sitúa al gobierno mexicano en una encrucijada entre sus compromisos comerciales con Estados Unidos y la estabilidad de su sector automotor. La industria advierte sobre graves riesgos de disrupción en la producción y aumento de costos, evidenciando la profunda dependencia de las cadenas de suministro asiáticas y los desafíos que enfrenta México para fortalecer su manufactura tecnológica interna sin desestabilizar a uno de sus principales motores económicos.