Sin embargo, la industria automotriz, pilar de las exportaciones mexicanas y del T-MEC, ha encendido las alarmas. El principal temor radica en la dependencia crítica de componentes electrónicos, como las pantallas táctiles y las baterías eléctricas, que son importados casi en su totalidad de China. Representantes del sector, como la empresa Aumovio y Amapola Grijalva de la Cámara de Comercio México-China, advierten que México no cuenta con la capacidad para producir estos insumos. “Hay componentes como las baterías eléctricas y las partes electrónicas que creemos que son muy difíciles de obtener en otros lugares”, señaló Grijalva. Reemplazar a los proveedores chinos no solo implicaría un aumento inmediato en los costos de producción, sino que también requeriría “fuertes inversiones en maquinaria y capacitación de personal durante varios años”. Esta disrupción podría paralizar las líneas de ensamblaje de gigantes como Ford, General Motors y Stellantis, afectando gravemente la competitividad de México como socio estratégico de Estados Unidos y Canadá.