Los aranceles actuales, del 50% para el acero y aluminio de todo el mundo, son considerablemente más altos que los impuestos por primera vez en 2018.
A diferencia de 2019, cuando México y Canadá obtuvieron una exención parcial, las medidas vigentes no contemplan excepciones por país.
Organizaciones como la US Chamber Of Commerce y The Association For Manufacturing Technology (AMT) han advertido que estos aranceles están causando daño a la propia industria manufacturera estadounidense.
Un análisis de la AMT señaló que los aranceles de 2018, aunque impulsaron mil empleos en las acerías, provocaron la pérdida de 75,000 empleos en el sector manufacturero debido al encarecimiento de los materiales.
Para México, el impacto ha sido directo y multifactorial.
La incertidumbre generada por estas tarifas complica el proceso de venta de Altos Hornos de México (AHMSA), una siderúrgica clave en concurso mercantil, ya que, según su síndico, los aranceles podrían afectar la viabilidad de la operación. Asimismo, el sector automotriz enfrenta un arancel del 25% aplicado sobre el 40% del valor de los vehículos exportados. Esta situación, sumada a una desaceleración en el consumo en Estados Unidos, ha contribuido a una afectación general de entre el 15% y 20% en los niveles de producción en estados industriales como Coahuila. La medida se enmarca en lo que se ha denominado una "guerra arancelaria global", que genera un entorno de incertidumbre para las cadenas de suministro y eleva los costos operativos tanto para empresas mexicanas como estadounidenses.








