El impacto fue severo y generalizado.
El índice S&P Merval de la Bolsa de Buenos Aires se desplomó un 13.25%, su mayor pérdida diaria desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020.
La divisa local también sufrió, con una depreciación del peso mayorista del 3.05%.
La deuda pública retrocedió un 4.1% en promedio, y el fondo global MSCI Argentina cayó un 10%.
Las acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street (ADRs) reportaron descensos de hasta el 23%, afectando a entidades como BBVA y Banco Macro. Los analistas coincidieron en que el resultado electoral aumentó significativamente la “prima de riesgo político”, lo que podría ahuyentar la inversión. La consultora JP Morgan señaló que “la aplastante victoria peronista indica una prima de riesgo político prolongada para Argentina“.
En un intento por calmar la volatilidad, el ministro de Economía, Luis Caputo, declaró que “nada va a cambiar en lo económico, ni en lo fiscal, ni en lo monetario, ni en lo cambiario“. Sin embargo, analistas como Roberto Geretto de AdCap anticipan una “transición turbulenta hacia octubre”, con posibles intervenciones en el tipo de cambio y ajustes en las tasas de interés.











