Estos indicadores positivos reforzaron al dólar y generaron expectativas de que la Reserva Federal (Fed) podría ser menos agresiva con futuros recortes de tasas.

La tercera y última lectura del PIB estadounidense para el segundo trimestre sorprendió a los mercados al registrar un crecimiento anualizado del 3.8%, una cifra significativamente superior al 3.3% que se había informado previamente y que los analistas esperaban que se mantuviera.

Este ritmo de expansión es el más rápido en casi dos años y fue apuntalado por una corrección en el consumo privado. Adicionalmente, los datos del mercado laboral mostraron que las solicitudes iniciales de subsidios por desempleo disminuyeron en 14,000, ubicándose en 218,000, una cifra muy por debajo de las 235,000 peticiones que anticipaban los economistas. Estos datos robustos provocaron un reajuste en las expectativas de los inversionistas sobre la política monetaria de la Fed. La probabilidad de recortes de tasas en el corto plazo disminuyó, lo que a su vez impulsó un aumento en los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, con la tasa del bono a 10 años rozando el 4.20%. Este escenario fortaleció considerablemente al dólar a nivel internacional, afectando a las monedas de mercados emergentes como el peso mexicano, y contribuyó a la aversión al riesgo en los mercados accionarios.