La publicación del índice de precios de los gastos de consumo personal (PCE) en Estados Unidos fue un evento clave para los mercados financieros esta semana. El dato, que resultó en línea con las expectativas, alivió las preocupaciones sobre presiones inflacionarias persistentes y reforzó las esperanzas de futuros recortes de tasas por parte de la Reserva Federal.\n\nEl Departamento de Comercio informó que el índice PCE aumentó un 0.3% en agosto, mientras que la variación anual se situó en 2.7%, tras un alza del 2.6% en julio. Excluyendo los componentes volátiles de alimentos y energía, el llamado PCE subyacente subió un 0.2% mensual y un 2.9% anual. Estos números coincidieron con los pronósticos de los analistas y fueron interpretados como una señal de que la inflación, aunque en ascenso, se mantiene a un ritmo moderado. Este indicador es la métrica de inflación preferida por la Reserva Federal, por lo que su comportamiento es crucial para las decisiones de política monetaria. La reacción del mercado fue inmediata y positiva, contribuyendo al repunte de las bolsas el viernes y al debilitamiento del dólar.
Según operadores, el dato “le daría espacio a la Reserva Federal para continuar con su relajación monetaria”.
Sin embargo, algunos analistas, como Nathan Sheets de Citigroup, advirtieron que las cifras no captan el panorama completo y que el impacto de los nuevos aranceles aún no se ha filtrado, sugiriendo que “aún está por llegar una repercusión de la inflación mucho mayor”.
En resumenEl reporte de inflación PCE, al alinearse con las previsiones, proporcionó un respiro a los inversionistas y apoyó la narrativa de un posible fin al ciclo de alzas de tasas de la Fed, aunque la amenaza de presiones inflacionarias futuras por los aranceles permanece como un riesgo latente.