El dólar estadounidense registró una depreciación generalizada frente a sus principales cruces, presionado por la creciente preocupación de los inversionistas sobre un posible cierre del gobierno en Estados Unidos. Esta debilidad de la divisa norteamericana fue un factor determinante en el comportamiento de otros mercados, como el de materias primas y divisas de economías emergentes. El índice dólar, que mide la fortaleza de la moneda frente a una canasta de seis divisas principales, retrocedió entre un 0.20% y un 0.36%. La principal causa de esta caída fue la incertidumbre fiscal en Washington, ya que un cierre de gobierno podría tener un "efecto negativo sobre el crecimiento económico y el mercado laboral", según los análisis. Esta perspectiva eleva la probabilidad de que la Reserva Federal (Fed) continúe o acelere su ciclo de recortes en la tasa de interés en los próximos meses para estimular la economía, lo que reduce el atractivo del dólar como activo de inversión. La debilidad del dólar tuvo un efecto directo y positivo en el precio del oro y otros metales preciosos, al hacerlos más asequibles para los tenedores de otras monedas.
Asimismo, permitió que varias divisas se apreciaran, entre ellas el shekel israelí, el rublo ruso, el won surcoreano y el yen japonés.
En el caso del peso mexicano, la debilidad del dólar contribuyó a que la moneda local mostrara estabilidad y una ligera apreciación, a pesar de la volatilidad del entorno.
En resumenLa depreciación generalizada del dólar fue una consecuencia directa de los temores sobre una parálisis fiscal en Estados Unidos. Esta debilidad impulsó los precios de las materias primas, especialmente el oro, y benefició a otras divisas globales, incluido el peso mexicano, que logró mantenerse estable.