Esta resistencia del peso se atribuye a varios factores.

El más inmediato fue el retroceso generalizado del dólar, provocado por los temores de un cierre de gobierno en Estados Unidos. Además, los datos de inflación en EE.

UU. (índice PCE) publicados previamente se ubicaron dentro de las expectativas del mercado, lo que reforzó la idea de que la Reserva Federal podría continuar con su ciclo de relajación monetaria. A nivel local, el reciente recorte de 25 puntos base a la tasa de interés de referencia por parte del Banco de México (Banxico) también fue asimilado por el mercado. A pesar de estos factores favorables, la apreciación del peso fue limitada, lo que refleja que la incertidumbre sobre la política fiscal estadounidense y la búsqueda de estabilidad por parte de los inversionistas mantiene un entorno de cautela. En el año, la moneda mexicana acumula una apreciación de entre 11% y 11.9%.