El West Texas Intermediate (WTI), referencial estadounidense, se desplomó un 3.45%, cerrando la sesión en 63.45 dólares por barril, lo que representó su mayor caída en un solo día desde el 24 de junio. Por su parte, el crudo Brent, referencial europeo, para entrega en noviembre, cayó un 3.08%, cotizando en 67.97 dólares por barril. La principal razón detrás de esta fuerte baja es la creciente expectativa en el mercado de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados (OPEP+) anunciarán nuevos incrementos en su producción para los meses de octubre y noviembre. A esto se suma la posible reanudación de las exportaciones de petróleo desde la región del Kurdistán iraquí a través de Turquía, lo que añadiría más barriles al suministro global. Esta caída en los precios del crudo contribuyó a la volatilidad general de los mercados y reforzó la tendencia de los inversionistas hacia activos de refugio como el oro, ya que la debilidad en el sector energético contrarrestó parte del optimismo visto en los mercados de acciones. El descenso también afectó a las acciones de las principales compañías energéticas, como Exxon y Chevron, que cerraron la jornada con pérdidas.