Entre los factores que la impulsan se encuentra la incertidumbre sobre el futuro de la economía mexicana, que se percibe como "prácticamente estancada". También influye el temor a las implicaciones de la política proteccionista del presidente estadounidense Donald Trump, quien podría aplicar aranceles de manera más agresiva, poniendo en peligro el crecimiento de las exportaciones mexicanas. Adicionalmente, preocupa que no se estén cumpliendo los objetivos de consolidación fiscal, lo que podría llevar a un aumento de la deuda pública y una eventual reducción en la calificación crediticia del país. En este contexto, los inversionistas están prefiriendo migrar hacia instrumentos considerados más seguros, como el oro, que ha alcanzado máximos históricos, disminuyendo así la demanda por bonos mexicanos.