Este repunte fue impulsado por la aversión al riesgo derivada del cierre del gobierno en Estados Unidos y las crecientes expectativas de que la Reserva Federal recortará sus tasas de interés. El metal precioso se benefició de una "huida hacia la seguridad" por parte de los operadores, quienes buscaron proteger su capital ante la inestabilidad política y económica. El oro al contado llegó a un máximo de 3,875.32 dólares, mientras que los futuros para diciembre alcanzaron los 3,901.40 dólares. Según Felipe Mendoza, analista de ATFX LATAM, la demanda del oro se fortaleció tras la decisión de la Fed de recortar su tasa en 25 puntos base, lo que debilitó al dólar y redujo los rendimientos de los bonos del Tesoro. Nicholas Frappell, de ABC Refinery, señaló que las perspectivas para el metal siguen siendo alcistas, con posibles objetivos por encima de los 3,900 dólares. El oro, que no genera rendimientos por sí mismo, se vuelve más atractivo en un entorno de tasas de interés bajas. Con una ganancia acumulada de más del 45% en el año, el oro se encamina a registrar su mejor desempeño anual en 46 años, demostrando su valor como cobertura contra la incertidumbre.