Este vacío de información económica clara de EE.

UU. provocó una aversión al riesgo que afectó particularmente a las monedas de mercados emergentes como el peso.

La situación también contribuyó a la debilidad del dólar a nivel global, pero para México, las implicaciones económicas directas de una posible desaceleración en EE.

UU. pesaron más que el beneficio de un dólar más débil.