Esta debilidad fue atribuida en gran parte a la incertidumbre política interna de Estados Unidos. El índice ponderado del dólar, que mide su valor frente a una canasta de las principales monedas del mundo, se debilitó un 0.44% en el transcurso de la semana. Este comportamiento es considerado por los analistas como consistente con el patrón histórico observado durante episodios anteriores de cierres de operaciones del gobierno estadounidense.

La incertidumbre sobre el impacto del cierre en la actividad económica y la falta de publicación de datos clave minaron la confianza en la divisa norteamericana.

Esta caída generalizada del "billete verde" favoreció a varias monedas emergentes.

Sin embargo, el peso mexicano no pudo capitalizar esta tendencia. A pesar de que el dólar se debilitaba globalmente, el peso fue una de las pocas divisas que perdieron terreno frente a él.

Esto subraya cómo la percepción de riesgo específico para México, debido a su estrecha relación económica con Estados Unidos, prevaleció sobre la tendencia global.

El viernes, la moneda mexicana logró un avance frente al dólar precisamente por esta debilidad global, pero el movimiento no fue suficiente para revertir las pérdidas acumuladas en los días previos.