Este hito fue impulsado por una combinación de incertidumbre económica global, expectativas de recortes de tasas de interés por parte de la Reserva Federal y una creciente demanda del metal como activo de refugio. Durante la jornada del 6 de octubre, el oro al contado llegó a un pico de 3,963.96 dólares por onza, y en algunas transacciones tocó los 3,970.08 dólares, encaminándose hacia la barrera de los 4,000 dólares. Este nuevo récord representa un aumento de casi el 50% en lo que va de 2025, sumándose al alza del 27% registrada en 2024.

Los analistas atribuyen este repunte a varios factores.

Joseph Cavatoni, estratega del Consejo Mundial del Oro, afirmó que "los inversionistas lo están sorteando todo, desde los cambios en la política de la Reserva Federal hasta los acontecimientos políticos mundiales, y el oro está desempeñando su papel tradicional como depósito de valor". La persistente parálisis del gobierno estadounidense, que entró en su sexto día, ha intensificado la aversión al riesgo. Además, los mercados anticipan que la Reserva Federal continuará con su ciclo de relajación monetaria, con dos recortes de tasas más antes de que termine 2025. Tasas más bajas reducen el costo de oportunidad de mantener oro, que no genera intereses. La fuerte demanda también proviene de los bancos centrales, que en la primera mitad de 2025 adquirieron más de 800 toneladas, y de los fondos cotizados (ETF) respaldados por oro físico, que han visto entradas de capital récord.