Este debilitamiento se enmarca en un contexto de fortalecimiento generalizado de la divisa norteamericana y de expectativas sobre las políticas monetarias de ambos países. La depreciación del peso, de entre 0.28% y 0.31%, ocurrió en paralelo a un fortalecimiento del dólar estadounidense, cuyo índice ponderado alcanzó un máximo no visto desde finales de agosto.

Este comportamiento se atribuye principalmente a una postura más restrictiva por parte de la Reserva Federal (Fed). El gobernador de la Fed, Michael Barr, señaló que "existe una gran incertidumbre por los aranceles y por eso la Fed debe moverse con cautela", lo que fue interpretado por los mercados como una señal de prudencia que favorece al dólar. A nivel local, el debilitamiento del peso también fue impulsado por las crecientes expectativas de que el Banco de México (Banxico) continuará con su ciclo de recortes a la tasa de interés de referencia en lo que resta del año. La minuta de la más reciente reunión del banco central mostró que la junta de gobierno seguirá valorando disminuciones adicionales. La publicación de datos de inflación en México, que si bien aceleró fue menor a lo previsto, reforzó los argumentos para que Banxico continúe flexibilizando su política monetaria. A pesar de la caída, diversos análisis señalan que la divisa mexicana se mantiene dentro del rango que ha manejado en las últimas semanas. El tipo de cambio al cierre de la jornada del 9 de octubre se reportó en diversos niveles: el interbancario en 18.3855 pesos, el de menudeo en sucursales de Banamex en 18.85 pesos a la venta, y el promedio general en 18.39 pesos.