Este aumento se explica por dos factores principales.

Por el lado de la demanda, existe un fuerte impulso debido a la transición mundial hacia las energías limpias y el auge de la electromovilidad, sectores que requieren grandes cantidades de este metal. Por el lado de la oferta, el mercado está marcado por una "narrativa sobre la crisis de suministro que cada vez cobra más fuerza".

En los últimos meses, importantes yacimientos han enfrentado problemas que han afectado la producción. Se mencionan específicamente un deslizamiento de lodo en la mina de Grasberg en Indonesia, que detuvo las operaciones durante casi un mes y causó la muerte de siete trabajadores, así como interrupciones en Kamoa-Kakula en la República Democrática del Congo y en El Teniente en Chile, la mina subterránea de cobre más grande del mundo, que sufrió un derrumbe en julio con seis víctimas mortales.