La tensión escaló a tal punto que Trump también mencionó que “ahora parece que no hay razón” para reunirse con su homólogo chino, Xi Jinping, como estaba previsto.

El conflicto se centra en el dominio de China sobre las tierras raras, ya que el país asiático produce más del 90% de estos minerales procesados, que son cruciales para industrias de alta tecnología como la fabricación de vehículos eléctricos, motores de aviación y sistemas de defensa. La medida de Pekín fue calificada por Trump como una acción “muy hostil” que mantiene “como rehén a la economía mundial”, justificando así una respuesta contundente que reaviva el temor a una guerra comercial global sin precedentes.