Esta fortaleza se atribuye a una combinación de factores clave.

En primer lugar, la debilidad global del dólar, que ha perdido un 10 por ciento de su valor en el año presionado por el déficit fiscal de Estados Unidos. En segundo lugar, el atractivo del "carry trade", que se mantiene gracias al amplio diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos, estimado en 3.25 puntos porcentuales. Janneth Quiroz, directora de análisis en Monex, señala que los inversionistas apuestan a que este diferencial se mantendrá estable si la Reserva Federal continúa bajando su tasa.

Adicionalmente, la narrativa del "nearshoring" sigue posicionando a México como un destino atractivo para la inversión, a pesar de los lentos avances. Sin embargo, la moneda no es inmune a los riesgos.

La volatilidad ha aumentado debido a la incertidumbre generada por el cierre del gobierno en Estados Unidos y, de manera más aguda, por la escalada en las tensiones comerciales entre Washington y Pekín. Estos eventos provocaron que el tipo de cambio al mayoreo alcanzara las 18.59 unidades y que en ventanillas bancarias superara la barrera de los 19 pesos, registrando una depreciación semanal de 1.3%. Ramsé Gutiérrez, de Franklin Templeton, advierte: “La gran incógnita es si logrará ese pequeño extra que lo coloque como el número uno en la historia o si un riesgo global o local o la misma estacionalidad del último trimestre rompa este escenario”.