El ascenso del metal precioso, que ha ganado aproximadamente un 56% en lo que va del año, se atribuye a una combinación de factores. Entre ellos destacan las renovadas tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, las expectativas de recortes en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense y una fuerte demanda por parte de los bancos centrales, que buscan diversificar sus reservas. El cierre parcial del gobierno en Washington también ha contribuido a la percepción de riesgo. Antonio Di Giacomo, analista de XS.com, señaló que el bloqueo político "ha paralizado la divulgación de datos económicos y retrasado decisiones fiscales clave, alimentando la volatilidad y la búsqueda de refugio en activos seguros como el oro". La demanda ha sido tan fuerte que Bank of America elevó su pronóstico de precios para 2026 a 5,000 dólares por onza.

El oro, que no genera intereses, se vuelve más atractivo en un entorno de tasas bajas, y los operadores ya anticipan nuevos recortes de la Fed en sus próximas reuniones. Este rally subraya la función del oro como un barómetro del miedo en los mercados financieros.