Este avance se produjo después de que el peso acumulara un retroceso del 1.3% en las dos sesiones anteriores, cuando el temor a una escalada arancelaria dominaba el sentimiento de los inversionistas. La principal razón detrás de la apreciación fue el cambio en el discurso de la administración estadounidense. Según un análisis de Banco Base, "la apreciación del peso se debe a un mayor apetito por riesgo, pues se redujo la probabilidad de que Estados Unidos imponga aranceles del 100% a partir del 1 de noviembre a las importaciones desde China". El comportamiento de la moneda mexicana reflejó su sensibilidad a los factores externos, moviéndose en sintonía con el optimismo global y desacoplándose de factores internos. Este movimiento reafirma el papel del peso como un barómetro del sentimiento de riesgo hacia los mercados emergentes.