Aunque posteriormente hubo un tono más conciliador por parte de funcionarios estadounidenses, como el secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien afirmó que se había reducido la tensión, la volatilidad persistió. Los inversionistas reaccionaron buscando refugio en activos seguros como el oro, mientras que los mercados accionarios y las monedas más vulnerables, como el peso mexicano, resintieron el impacto de la disputa. La situación subraya la fragilidad de la estabilidad económica global y cómo las decisiones políticas de las dos mayores potencias pueden generar repercusiones inmediatas y generalizadas en las finanzas internacionales.