A pesar del ambiente positivo en las bolsas, los precios del crudo continuaron presionados a la baja. El barril de Brent del Mar del Norte para entrega en diciembre cayó hasta los 61.91 dólares, mientras que el West Texas Intermediate (WTI) de Estados Unidos para entrega en noviembre descendió hasta los 58.27 dólares.

Los analistas atribuyen este comportamiento a dos factores principales.

Por un lado, la Agencia Internacional de Energía (AIE) predijo un posible superávit de oferta en el mercado para el año 2026, lo que genera preocupaciones sobre un exceso de inventarios a futuro. Por otro lado, la reavivada disputa comercial entre Estados Unidos y China, los dos mayores consumidores de petróleo del mundo, amenaza con reducir la demanda global de energía si la actividad económica se desacelera. La imposición de nuevas tasas portuarias entre ambas naciones es un ejemplo concreto de cómo la tensión puede interrumpir los flujos comerciales y afectar la producción. Esta dinámica muestra una clara divergencia entre el mercado petrolero, enfocado en los fundamentos de oferta y demanda, y los mercados accionarios, más influenciados por las expectativas de política monetaria.