La plata, en particular, tuvo un desempeño destacado. El metal blanco al contado subió un 1.3% para cotizar en 53.76 dólares la onza, después de haber tocado un nuevo máximo histórico de 53.83 dólares durante la sesión. Este hito demuestra que la plata, a menudo considerada el "oro de los pobres", está beneficiándose de las mismas fuerzas que impulsan al metal amarillo: las expectativas de recortes de tasas de interés por parte de la Fed, la debilidad del dólar y la inestabilidad global.
Por su parte, los metales del grupo del platino también mostraron una fuerte demanda.
El platino se disparó un 3.8%, alcanzando los 1,717.10 dólares por onza, mientras que el paladio mejoró un 3.1%, cotizando en 1,584.25 dólares.
Estas alzas reflejan no solo su atractivo como activos de refugio, sino también factores específicos de oferta y demanda en sus respectivos mercados industriales, como el automotriz. El comportamiento de estos metales confirma que la aversión al riesgo es un sentimiento generalizado en el mercado, llevando a los inversores a diversificar sus carteras con una gama más amplia de metales preciosos.













