El metal alcanzó un pico histórico de 54.47 dólares por onza, impulsado por los mismos factores que llevaron al oro a superar los 4,300 dólares.

Sin embargo, la situación cambió drásticamente hacia el final de la semana. El viernes, la plata al contado se desplomó un 6%, cayendo a 50.96 dólares la onza. Este retroceso se produjo a medida que “disminuyeron las preocupaciones sobre la calidad crediticia en Estados Unidos y las fricciones comerciales entre China y Estados Unidos”, lo que redujo la demanda de activos refugio. Además, los analistas señalaron que una contracción histórica en el mercado de la plata en Londres comenzó a aliviarse, lo que incentivó una toma de ganancias por parte de los inversionistas. Nicky Shiels, jefa de estrategia de metales en MKS Pamp SA, explicó que “a medida que se suavizan las dislocaciones regionales, podría haber presión y toma de ganancias”. La caída también coincidió con un repunte en los rendimientos de los bonos del Tesoro, lo que restó atractivo a los metales preciosos que no generan intereses.