Esta parálisis administrativa introduce riesgos tanto económicos como operativos.
Al final de la semana, el cierre ya acumulaba 17 días, con estimaciones de que podría extenderse hasta los 20 días. La situación se agravó después de que el Senado estadounidense fracasara nuevamente en aprobar la ley de financiamiento necesaria para reabrir las agencias gubernamentales, con una votación de 51 a favor y 45 en contra, insuficiente para alcanzar el mínimo requerido. Uno de los impactos más directos para los inversionistas es la interrupción en la publicación de datos macroeconómicos clave, lo que limita la información disponible para la toma de decisiones.
Según Gabriela Siller, directora de Análisis Económico de Grupo Financiero BASE, este escenario podría ejercer “una ligera presión sobre el dólar”, aunque su impacto en México se considera limitado por el momento. No obstante, el cierre de gobierno es citado como uno de los factores que, junto a las tensiones globales, ha impulsado la demanda de activos de refugio como el oro. Este evento sirve como un recordatorio de la inestabilidad política interna en Estados Unidos, un riesgo que, aunque temporalmente eclipsado por las noticias comerciales, podría volver a tomar protagonismo si no se resuelve pronto.










