La preocupación se desató tras revelarse la exposición del sector a dos quiebras recientes en el sector automotriz estadounidense, FirstBrands y Tricolor.

Esto puso el foco en las normas de concesión de préstamos y la salud subyacente de estas entidades. La situación se agravó con noticias específicas de algunos bancos: Zions comunicó que asumirá una pérdida de 50 millones de dólares por dos préstamos comerciales, mientras que Western Alliance inició una demanda alegando fraude por parte de un prestatario.

Estas revelaciones, aunque aparentemente aisladas, tuvieron un efecto dominó.

El índice bancario regional estadounidense KBW se desplomó un 6.3%. La ola de ventas cruzó el Atlántico, donde los bancos europeos perdieron casi un 3%, con gigantes como Deutsche Bank y Barclays cediendo cerca de un 6%.

Los bancos y aseguradoras en Asia también sufrieron caídas significativas.

Según los analistas, el mercado está reaccionando con una mentalidad de "disparar primero, preguntar después", temiendo que estas fisuras en el crédito puedan ser un síntoma de problemas más sistémicos y no solo idiosincrásicos.