La relación entre Estados Unidos y China se mantuvo como el principal foco de atención para los mercados, generando señales contradictorias. Mientras la confirmación de una cumbre presidencial inyectó optimismo, informes sobre posibles nuevas restricciones de Washington a la exportación de software a China mantuvieron la cautela entre los inversionistas. Por un lado, los mercados reaccionaron positivamente a la noticia de que el presidente Donald Trump se reunirá con su homólogo chino, Xi Jinping, la próxima semana. Este anuncio fue el principal motor detrás de las ganancias en Wall Street y otros mercados globales, ya que los inversionistas lo interpretaron como una señal de posible distensión en el conflicto comercial. Sin embargo, este optimismo fue matizado por informes que indicaban que la Casa Blanca está considerando un plan para restringir las exportaciones a China de una amplia gama de software estadounidense, desde computadoras portátiles hasta motores a reacción. Esta medida sería una escalada significativa, cumpliendo la amenaza de Trump de imponer controles sobre “todo y cualquier software crítico” a partir del 1 de noviembre.
Esta dualidad se reflejó en el comportamiento del mercado: las sesiones más recientes mostraron ganancias basadas en la esperanza diplomática, pero jornadas previas habían cerrado con pérdidas generalizadas, lideradas por el sector tecnológico, ante el temor de nuevas restricciones. El Nasdaq, por ejemplo, había retrocedido un 1.8% en una sesión anterior por esta preocupación.
Esta volatilidad evidencia cómo cada noticia, positiva o negativa, sobre la relación bilateral tiene el poder de mover los mercados de manera inmediata.
En resumenLa dinámica entre Estados Unidos y China sigue siendo un arma de doble filo para los mercados, donde el progreso diplomático ofrece un potencial alcista significativo, pero la amenaza constante de nuevas barreras comerciales crea un persistente trasfondo de riesgo e incertidumbre.