La decisión, aunque anticipada por los mercados, no fue unánime, reflejando divisiones internas sobre la dirección de la política monetaria. El factor clave que movió a los mercados fue la comunicación posterior de Jerome Powell. En su conferencia de prensa, Powell advirtió que una nueva reducción en la reunión de diciembre “no debe considerarse una conclusión inevitable; de hecho, todo lo contrario”. Esta postura más restrictiva o 'hawkish' provocó una reacción inmediata: el dólar se fortaleció, las acciones, que inicialmente habían subido, cayeron, y las probabilidades de un recorte en diciembre disminuyeron del 90% a cerca del 70%. La Fed también anunció que detendrá la reducción de su balance a partir de diciembre, una medida para suavizar las condiciones de financiamiento. La situación se complicó por el cierre parcial del gobierno, que ha retrasado la publicación de datos económicos clave. Powell reconoció este desafío, comparando la situación con “conducir en la niebla”, lo que obliga a la Fed a “reducir la velocidad” y actuar con cautela.
Esta falta de información, sumada al tono mesurado de Powell, dejó a los inversionistas con una considerable incertidumbre sobre los próximos pasos del banco central.













