El índice general de precios al consumidor (INPC) registró una moderación en su tasa interanual, ubicándose en 3.57% después de dos meses consecutivos de ascensos.

Este dato fue positivo para la perspectiva de control inflacionario.

Sin embargo, la inflación subyacente, que es un indicador clave para Banxico al excluir los elementos más volátiles, se mantuvo sin cambios respecto a septiembre, en un 4.28%. Esta persistencia en la inflación subyacente es la que justifica la cautela del banco central. Aunque Banxico procedió con un recorte de 25 puntos base a su tasa de interés, el hecho de que la inflación subyacente no ceda le da argumentos para ser más conservador en futuros movimientos. El mercado interpretó esta situación como una señal de que Banxico no se apresurará a relajar su política monetaria, lo que a su vez brindó soporte al peso mexicano. La combinación de una inflación general a la baja con una subyacente estable crea un escenario complejo que obliga a la autoridad monetaria a actuar con prudencia, un enfoque que fue validado por los datos y bien recibido por los inversionistas.