La incertidumbre sobre la política monetaria en Estados Unidos, la liquidez del sistema financiero y las tensiones geopolíticas fueron los principales catalizadores de este sentimiento negativo.
El mercado de capitales registró fuertes caídas a nivel mundial. En Estados Unidos, los principales índices como el Dow Jones, el S&P 500 y el Nasdaq cerraron con pérdidas, ligando varias sesiones a la baja. Este retroceso fue impulsado en gran medida por la toma de utilidades en el sector tecnológico, ante el temor por las elevadas valoraciones de empresas ligadas a la inteligencia artificial. La ola de ventas se extendió a Asia, donde el índice Nikkei de Tokio se desplomó un 3.22%. En México, el IPC de la BMV también se vio arrastrado por este sentimiento, ligando cuatro sesiones de caídas. La directora de análisis de Banco Base, Gabriela Siller, atribuyó el nerviosismo a factores como "el conflicto entre China y Japón, así como la posibilidad de que el sistema financiero de Estados Unidos esté escaso de liquidez". Este entorno de cautela también se reflejó en el mercado de criptomonedas, que sufrió un colapso generalizado, y en la depreciación de divisas de mercados emergentes como el peso mexicano. Los inversionistas adoptaron un perfil más defensivo, priorizando la toma de utilidades ante la volatilidad global.










