Esta percepción, reforzada por datos económicos y minutas del banco central, generó una ola de aversión al riesgo.

Durante la semana, la publicación de las minutas de la última reunión de la Fed reveló una división entre sus miembros sobre la dirección futura de la política monetaria. Mientras un bloque abogaba por mantener las tasas altas por más tiempo para controlar la inflación, otro presionaba por recortes ante señales de desaceleración.

Esta incertidumbre generó volatilidad.

Sin embargo, el factor decisivo fue el informe de empleo de septiembre, que mostró una creación de puestos de trabajo más fuerte de lo esperado. Este dato fue interpretado por el mercado como una señal de que la economía estadounidense sigue siendo lo suficientemente robusta como para soportar tasas de interés elevadas, eliminando prácticamente la posibilidad de un recorte en la reunión del 10 de diciembre. Según la herramienta FedWatch de CME Group, la probabilidad de un recorte se desplomó a menos del 40%. La reacción de los inversionistas fue inmediata: se deshicieron de activos de riesgo, como acciones tecnológicas y criptomonedas, y buscaron refugio en el dólar. Analistas de Actinver y Monex coincidieron en que el escenario monetario cambió drásticamente, borrando la expectativa de una relajación monetaria a corto plazo y preparando el terreno para un cierre de año marcado por la cautela.