El sólido avance de Google fue impulsado por dos catalizadores clave. El primero fue la presentación de Gemini 3, la nueva generación de su modelo de inteligencia artificial, que según comparativos internos, superó en capacidad a los modelos más sofisticados de la competencia, como los de OpenAI. Este hito tecnológico llegó en un momento crucial, revirtiendo temporalmente el escepticismo de los inversores sobre las elevadas valoraciones en el sector de IA. El segundo impulso provino de una importante señal de confianza del mercado: Berkshire Hathaway, el conglomerado de Warren Buffett, anunció una inversión estratégica de 4.3 mil millones de dólares en Alphabet. Según el análisis de Actinver, esta apuesta se orienta a la capacidad de Google para competir en el ecosistema de "empresas hiperescalares", aquellas capaces de ampliar masivamente sus recursos informáticos con eficiencia. La combinación de liderazgo tecnológico, infraestructura de centros de datos y la validación de un inversor de renombre permitió a Google no solo resistir la tendencia bajista del mercado, sino también recuperar terreno en la carrera de la inteligencia artificial.