Gobiernos estatales, municipios, organizaciones civiles y ciudadanos de diversas partes del país han organizado colectas masivas y enviado toneladas de ayuda humanitaria para mitigar la crisis.

Desde diferentes frentes, la respuesta ha sido contundente.

El gobierno de Tlaxcala, encabezado por la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, dio el banderazo de salida a un convoy con 75 toneladas de ayuda humanitaria, destacando que “Tlaxcala siempre ha sido solidaria y hoy lo demostramos una vez más”. De manera similar, el municipio de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, no solo envió más de 13 toneladas de víveres, sino también un contingente de 50 brigadistas para apoyar en las labores de limpieza. Otros municipios como Soledad de Graciano Sánchez en San Luis Potosí y Minatitlán en Veracruz también organizaron centros de acopio que reunieron toneladas de insumos. La ayuda no se limitó a gobiernos; la Central de Abastos de la Ciudad de México envió 70 toneladas de productos. La solidaridad también se extendió al ámbito de la salud, con el IMSS en Chihuahua enviando una Unidad Médica Móvil a Poza Rica y el gobierno de Durango movilizando su “hospital sobre ruedas”, un convoy de ocho tráileres equipados para brindar atención médica especializada. Incluso la sociedad civil se organizó, como en Chiquilá, Quintana Roo, donde los habitantes recolectaron víveres, y la asociación “Salvando Huellitas” en Minatitlán instaló un centro de acopio para mascotas afectadas. Estas acciones coordinadas demuestran la capacidad de respuesta y la empatía del pueblo mexicano ante la tragedia.