En esta edición, el recorrido contó con la participación de mil ánimas ataviadas con el traje regional, iluminando el trayecto con velas y rodeadas de 160 altares comunitarios montados por vecinos, escuelas y asociaciones. La alcaldesa Cecilia Patrón Laviada destacó que el festival “refleja el misticismo de una cultura que siempre ha visto a la muerte como un proceso de trascendencia”. Entre las innovaciones de este año se incluyó “El Portal del Inframundo”, una proyección láser en la entrada del cementerio, y la presencia de mojigangas de cuatro metros de altura. Además, por primera vez, se permitió el acceso al Cementerio General después de la procesión, permitiendo a los visitantes recorrer sus pasillos en un ambiente de espiritualidad. La Ermita de Santa Isabel también fue un punto clave, con proyecciones de videomapping sobre la cosmovisión maya y el Janal Pixán. El evento no solo preservó las tradiciones, sino que impulsó la economía con corredores gastronómicos y puestos de emprendedores. La jornada culminó con la Gran Vaquería de las Ánimas en el Parque de San Juan, y la Policía Municipal de Mérida reportó saldo blanco tras desplegar a 350 elementos para garantizar la seguridad.