Esta narrativa presenta la elección directa como un mecanismo para democratizar el acceso a la justicia y erradicar vicios internos. La nueva relación entre poderes se escenificó con la presencia del nuevo presidente de la Suprema Corte, Hugo Aguilar, y otros ministros electos en el evento presidencial del Zócalo, quienes ofrecieron “diálogo y cooperación”. Sin embargo, la CEM ha manifestado su preocupación, señalando que el proceso de aprobación de la reforma “distó mucho de ser un proceso pulcro y democrático” y advirtiendo que “la independencia judicial es una pieza esencial del Estado de derecho”. La reforma también implicó la creación de nuevos órganos como el Tribunal de Disciplina Judicial, diseñado para vigilar la conducta de los funcionarios judiciales y sustituir en esas funciones al extinto Consejo de la Judicatura, consolidando un nuevo andamiaje institucional para el poder judicial del país.