Primero, un cambio de imagen con un nuevo logotipo que ya circula en aplicaciones del partido, eliminando el círculo y cuadrado tradicionales por un diseño más estilizado.
Segundo, y más significativo, es la ruptura con el PRI a nivel federal. El vocero Jorge Triana declaró a EL UNIVERSAL que “se terminó la política de alianzas, que en los últimos años significó un retroceso político, electoral y en la identidad del partido”. Aclaró que las alianzas a nivel estatal o municipal serán decisión de las dirigencias locales, pero requerirán aprobación del Consejo Político.
Tercero, el partido planea una mayor apertura a la ciudadanía, facilitando la afiliación a través de plataformas digitales y abriendo sus candidaturas a perfiles ciudadanos mediante procesos internos como encuestas, una propuesta impulsada por figuras como Damián Zepeda. Analistas políticos se muestran escépticos, calificando el evento como un “acto de mercadotecnia” de un partido “extraviado, sin proyecto, sin líderes”, como señaló Alberto Aziz. Consideran que un cambio de logotipo no revertirá una crisis que requiere autocrítica profunda y la construcción de nuevos liderazgos para enfrentar la hegemonía de Morena.












