El arancel estadounidense, que entró en vigor el 1 de noviembre, afecta a camiones medianos y pesados. El principal argumento de México es el alto grado de integración de la industria automotriz norteamericana. Según Ebrard, los vehículos pesados ensamblados en territorio mexicano contienen, en promedio, un 60% de componentes de origen estadounidense, lo que debería garantizar un trato preferencial. “Lo primero que le vamos a pedir a Estados Unidos es que cumpla lo dispuesto en el tratado respecto a que las partes y componentes hechas en México tienen que tener el mismo trato que las que tienen las de Estados Unidos”, declaró el secretario. El gobierno mexicano buscará negociar un sistema de descuentos similar al que se aplica a los vehículos ligeros, lo que reduciría la tasa arancelaria efectiva a un 10% o menos. Esta disputa comercial se suma a otras tensiones bilaterales, como las restricciones aéreas, y subraya la postura de México de privilegiar el diálogo en el marco del T-MEC sobre las medidas unilaterales. La firmeza en este tema será crucial de cara a las complejas negociaciones de revisión del tratado.