El reencuentro con su esposa fue profundamente emotivo; ambos rompieron en llanto al abrazarse.

Durante los breves minutos que compartieron, Aparicio le brindó palabras de apoyo y le aseguró que todo estaba bien en el exterior, recomendándole que se divirtiera en la recta final. El momento dejó a Ayala visiblemente afectado, mostrando una vulnerabilidad que contrasta con su imagen de estratega duro.

La condición del pacto incluía mantenerlo en secreto, ya que revelarlo resultaría en una penalización adicional para otro compañero, Aarón Mercury.