Sobre esto, el actor explicó que fue una estrategia deliberada: “Yo sé perfectamente por qué lo hice… A quien quería yo desestabilizar era a Guana”. Aunque reconoció el talento de su excompañero y lo llamó “el mejor jugador de la Casa”, admitió que su intención fue provocar un enfrentamiento. Respecto a su rivalidad con Dalílah Polanco, Ayala fue más frío, reiterando que ella “no manejó bien la frustración” y que sus problemas “que los arregle ella”. Negó haber interpretado un personaje de villano, afirmando que entró al reality “muy virgen en estos pensamientos sobre lo que era La Casa” y que el verdadero reto fue enfrentarse a sí mismo. Sobre sus celebraciones efusivas al ser salvado, como cuando gritó “¡Y que rueden las cabezas!”, Ayala sostuvo que no eran actuaciones, sino su forma genuina de reaccionar. Su actitud desafiante, como la advertencia que le hizo a Dalílah —“Te lo voy a hacer fácil la semana... para que empieces a conocerme”—, consolidó su imagen de competidor intenso y estratégico hasta el final de su estancia.