El fenómeno musical global Bad Bunny ha tomado una firme y controversial postura política al excluir a Estados Unidos de su gira mundial “Debí tirar más fotos”, citando explícitamente el temor a que sus conciertos se conviertan en objetivo de redadas por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). En una entrevista con la revista i-D, el artista puertorriqueño aclaró que su decisión no se debe a un sentimiento de “odio” hacia el país, donde ha tenido múltiples presentaciones exitosas, sino a una profunda preocupación por la seguridad de su audiencia, mayoritariamente latina. “Pero estaba el tema de que la jo**da ICE podía estar afuera [de mi concierto]. Ese es un tema del que hablamos y que nos preocupaba mucho”, declaró Bad Bunny.
Esta medida se produce en un contexto de aumento en las detenciones y deportaciones de inmigrantes en Estados Unidos. Como estrategia alternativa, el cantante optó por una residencia extendida de 30 conciertos en San Juan, Puerto Rico, destacando que, al ser un “territorio no incorporado” de EE.
UU., sus seguidores del continente podían viajar para verlo en un entorno que consideraba más seguro.
Con esta acción, Bad Bunny utiliza su inmensa plataforma no solo para el entretenimiento, sino también como un vehículo de protesta y solidaridad, criticando abiertamente las políticas antiinmigratorias y posicionándose como un defensor de las comunidades migrantes que constituyen una parte fundamental de su base de seguidores.
En resumenLa decisión de Bad Bunny de no incluir a Estados Unidos en su gira es un acto de protesta significativo que transforma una decisión logística en una poderosa declaración política. Al priorizar la seguridad de sus fans migrantes sobre las ganancias de uno de los mercados más grandes del mundo, el artista reafirma su compromiso con su comunidad y visibiliza el clima de temor que enfrentan los inmigrantes en EE. UU.