La coronación de Fátima Bosch como Miss Universo México 2025 desató una controversia sin precedentes, marcada por el desaire de sus compañeras, acusaciones de favoritismo y señalamientos sobre sus nexos familiares con la política. La nueva reina ha respondido a la polémica defendiendo la legitimidad de su triunfo y lamentando la falta de sororidad en el certamen. El escándalo se hizo visible en el momento culminante de la gala, cuando 27 de las 31 concursantes abandonaron el escenario en lugar de felicitar a Bosch, optando por abrazar a la finalista de Jalisco, Yoana Gutiérrez. La respuesta de Bosch fue inmediata y contundente, declarando ante la prensa: “La sororidad verdadera no se dice de dientes para afuera; se practica”. Esta postura ha definido su estrategia de relaciones públicas: presentarse como una ganadora legítima que es víctima de la envidia y la falta de profesionalismo de sus compañeras. Sin embargo, la reacción de otras participantes ha alimentado la polémica.
Camila Canto, Miss Puebla, afirmó públicamente: “Para mí Fátima no merecía ganar”, declaración por la que posteriormente denunció haber recibido amenazas de muerte. La controversia se ha visto exacerbada por los rumores de influyentismo, ya que la familia de Bosch tiene vínculos con el partido gobernante en México. Ante esto, Bosch ha defendido a su familia como “gente honesta y trabajadora”, insistiendo en que las críticas no opacarán su victoria.
El debate ha atraído a figuras del medio como Osmel Sousa, quien públicamente le dijo a Canto que se callara y no fuera “envidiosa”, polarizando aún más la discusión.
En resumenLa victoria de Fátima Bosch en Miss Universo México se ha visto empañada por un escándalo que cuestiona la transparencia del certamen y la solidaridad entre las concursantes. La respuesta de Bosch ha sido defender su triunfo y criticar la hipocresía, mientras sus detractoras, enfrentando incluso amenazas, sostienen que el resultado fue injusto, en un conflicto que mezcla la competencia, la política y la percepción pública.