La estrategia de relaciones públicas de Harry se ha centrado en justificar sus acciones pasadas mientras intenta reconstruir puentes de manera selectiva. En una reciente entrevista con The Guardian, el duque defendió firmemente su autobiografía, asegurando tener la “conciencia tranquila” y enmarcando la publicación no como un acto de “venganza, sino de responsabilidad” para contar su propia versión de los hechos frente a la narrativa de la prensa.

Esta postura busca reafirmar su autonomía y control sobre su historia personal.

Al mismo tiempo, el reciente encuentro de 45 minutos con su padre en Clarence House, el primero desde febrero, sugiere un esfuerzo por reparar la relación paternal. Este acercamiento se ve reforzado por su deseo expreso de que sus hijos, Archie y Lilibet, visiten el Reino Unido para conectar con su herencia, una iniciativa que, según informes, cuenta con el respaldo del rey Carlos. Sin embargo, la brecha con su hermano William y su cuñada Kate sigue siendo profunda. Fuentes cercanas a la realeza afirman que los príncipes de Gales se sienten “profundamente dolidos” por las revelaciones del libro, especialmente los comentarios sobre Kate, lo que ha dejado a William “a la defensiva” y sin disposición a una reconciliación inminente.