Miller, quien mantenía una estrecha relación profesional con los artistas fallecidos, fue vista públicamente por última vez con ellos en un video promocional.
Tras la desaparición de los músicos el 16 de septiembre, ella misma utilizó sus redes sociales para solicitar apoyo en su localización. Sin embargo, su situación cambió drásticamente cuando el Registro Nacional de Detenciones confirmó su aprehensión el 23 de septiembre, aunque fue liberada poco después. Los artículos señalan que, aunque no ha sido acusada formalmente, su cercanía con las víctimas y su estilo de vida, documentado en redes sociales, la han colocado en una posición mediática vulnerable, donde “el morbo puede adelantarse a la justicia”. Este caso ha encendido las alarmas en la comunidad musical latinoamericana y ha generado preguntas sobre la seguridad de los artistas migrantes en México. La narrativa mediática la ha tatuado en el caso, reflejando cómo la opinión pública puede emitir un juicio antes que los tribunales, y exponiendo una realidad regional donde el espectáculo y la inseguridad se cruzan peligrosamente.