Según los documentos, Jolie afirma que "los acontecimientos que me llevaron a tener que separarme de mi ex marido fueron emocionalmente difíciles para mí y para nuestros hijos". Su estrategia de relaciones públicas se centra en la victimización y el trauma, señalando que ella y sus hijos no han podido regresar a la propiedad por los dolorosos recuerdos. Jolie exige a Pitt el reembolso de 33 mil dólares en honorarios legales y argumenta que tuvo que vender su participación en Miraval para asegurar su estabilidad financiera, ya que sus ahorros estaban "atados en la propiedad" y no solicitó pensión alimenticia. Detalló que rechazó trabajos durante casi dos años para centrarse en la recuperación de sus hijos. Por otro lado, la respuesta del entorno de Pitt, aunque no es una cita directa de él, consiste en desvincular la disputa legal de la narrativa emocional. Una fuente cercana al actor aseguró que el conflicto actual es "una cuestión comercial" separada del divorcio, acusando a Jolie de presentar "excusas para no compartir correos electrónicos como parte del proceso legal". Esto evidencia dos estrategias de comunicación opuestas: Jolie apela a la empatía pública relatando su trauma, mientras que el equipo de Pitt intenta minimizar el impacto emocional y presentarlo como un litigio de negocios.