Belinda fue la primera en actuar, presentando una denuncia ante la Fiscalía de la Ciudad de México por presunta violencia digital y mediática, argumentando que la difusión de aspectos de su vida privada sin su consentimiento constituía una agresión. Como resultado, obtuvo medidas de protección que obligan a Rivera a abstenerse de comunicarse con ella o realizar conductas de intimidación. La respuesta de Lupillo Rivera fue doble.
Primero, su equipo legal interpuso una contrademanda por falsedad de declaraciones y difamación. Segundo, tomó una decisión editorial estratégica: eliminó las fotografías donde aparecía con Belinda de la edición mexicana de su libro. El cantante justificó esta medida por las diferencias en las leyes entre México y Estados Unidos, donde la edición original sí incluye las imágenes. En una entrevista con Pati Chapoy, Rivera se defendió de las críticas sobre la exposición de su intimidad, afirmando que las fotos y videos que posee fueron tomados y enviados por la propia Belinda: “Todas las fotos y los videos, y los recuerdos que tengo yo de ella, ella se las tomaba y ella me las mandaba a mí.
Yo nunca agarré mi celular y tomé una selfie”.
Esta declaración busca transferir la responsabilidad de la creación del material a la cantante. Con estas acciones, Lupillo Rivera se posiciona como alguien que ejerce su derecho a contar su historia, mientras que Belinda utiliza el marco legal para proteger su privacidad, configurando un enfrentamiento sobre los límites de la libertad de expresión y el derecho a la intimidad en el mundo de las celebridades.













