Esta declaración, cargada de emotividad, buscaba confirmar los rumores de un romance pasado que nunca fue oficializado. Además, Rivera defendió su decisión de mantener el tatuaje del rostro de Belinda en su brazo, describiéndolo como el cumplimiento de una palabra dada en un reto. Sin embargo, la situación cambió drásticamente tras la publicación de su libro “Tragos amargos”, donde detalla episodios de su presunta relación. En respuesta, Belinda interpuso una orden de apercibimiento emitida por el Ministerio Público, prohibiendo a Lupillo ejercer “cualquier tipo de violencia o conducta ofensiva” en su contra para proteger su integridad psicológica. Esta acción legal representa la estrategia de Belinda para detener la narrativa de Rivera y proteger su privacidad, que considera vulnerada. Por su parte, Lupillo ha adoptado una postura de caballero que protege a la mujer, declarando a TVyNovelas: “Soy un ángel pero a la hora de proteger a la mujer, soy un toro bragado”. A pesar de la orden, sus declaraciones públicas continúan, posicionándolo como un hombre que recuerda con cariño el pasado, mientras que Belinda utiliza las vías legales para silenciarlo.