La controversia comenzó cuando Gabriel Soto compartió una fotografía en Instagram donde posaba sonriente junto a Bazán, con la leyenda: “Esta foto se la mandamos a nuestras niñas”. La imagen, tomada en el UpFront de Televisa 2026, donde también se encontraba la expareja de Soto, Irina Baeva, fue suficiente para que los fans de la expareja comenzaran a especular sobre una segunda oportunidad. La respuesta de Geraldine Bazán no se hizo esperar y fue una clara estrategia para controlar la narrativa.

A través de sus propias redes sociales, publicó un mensaje tajante: “No, no hay segundas oportunidades. No hay borrón y cuenta nueva”.

Con esta declaración, cerró de inmediato la puerta a cualquier rumor romántico.

En su lugar, reformuló el significado del encuentro, enfocándolo en el bienestar de sus hijas: “Hay una madre y un padre que aman profundamente a sus hijas y que priorizan su bienestar emocional”.

Bazán fue más allá, describiendo la situación como el resultado de la madurez de “dos personas adultas, maduras y buenas personas que han aprendido de la vida”. Su manejo de la situación transformó un momento potencialmente incómodo en una lección de coparentalidad positiva, utilizando su plataforma para establecer límites claros ante la especulación pública y reafirmar que su relación con Soto es estrictamente por el bien de sus hijas.