Un video que muestra al cantante Julio Preciado gritando e insultando a empleados de una aerolínea en el aeropuerto de Tijuana por un vuelo retrasado se viralizó masivamente, generando una fuerte controversia. La respuesta del artista, una mezcla de justificación y disculpa pública, ofrece un caso de estudio sobre el manejo de crisis para figuras públicas en la era de las redes sociales. El incidente ocurrió el 10 de noviembre, cuando, tras más de 12 horas de espera por un vuelo de Volaris a Mazatlán, Preciado perdió la calma. En las imágenes, se le ve golpear el mostrador y gritar al personal: “Ustedes no dan soluciones, ustedes son títeres de aquí, de la aerolínea”. La situación escaló hasta que el cantante fue reubicado en otro vuelo, abordando en silla de ruedas mientras otros pasajeros lo abucheaban. Tras la ola de críticas que lo tacharon de “prepotente” y “clasista”, Preciado gestionó la crisis en dos frentes. Primero, en una entrevista, aseguró que el video estaba “editado” y que su enojo no era personal, sino que hablaba “por todos los pasajeros” frustrados por la falta de información.
Posteriormente, emitió una disculpa pública en Facebook dirigida específicamente al empleado afectado.
“Reitero mi disculpa para el joven que fue el único que estaba en el mostrador… pero lo más importante es que nunca salió ninguna persona de mayor rango a darnos soluciones”, escribió, manteniendo su crítica hacia la aerolínea. También justificó el uso de la silla de ruedas, aclarando que tiene una discapacidad en una pierna.
En resumenEl exabrupto viral de Julio Preciado contra personal de una aerolínea fue manejado con una estrategia dual: una disculpa directa al empleado afectado y una justificación de su enojo como una defensa colectiva de los pasajeros. Aunque su reacción inicial dañó su imagen, su respuesta pública buscó recontextualizar el incidente como una crítica al servicio de la empresa y no como un abuso de poder.