Estos incidentes han puesto a la organización bajo un intenso escrutinio público y mediático.

El escándalo más sonado fue la confrontación de Fátima Bosch con Nawat Itsaragrisil, director regional del certamen, quien la insultó públicamente por supuestamente negarse a subir contenido promocional. Bosch respondió exigiendo respeto, un acto que le valió el apoyo de compañeras como Miss Irak y la Miss Universo saliente, quienes abandonaron la sala en señal de protesta.

La presión mediática obligó a Itsaragrisil a emitir una disculpa pública. En respuesta, Raúl Rocha, presidente de Miss Universo, repudió la agresión y restringió la participación del directivo en la final.

A esta tensión se sumó una crisis de salud: varias concursantes, incluidas las de México, Panamá, Honduras y Hungría, sufrieron una intoxicación alimentaria en Tailandia.

Algunas requirieron atención médica y reposo, ausentándose de actividades cruciales previas a la final.

Las participantes afectadas, como Miss Panamá, confirmaron haber recibido un “acompañamiento impecable” por parte de la organización. Otras polémicas incluyen la renuncia de Osmel Sousa como asesor, la detención desmentida del director de Miss Universo México, Jorge Figueroa, y acusaciones de una campaña interna contra Miss Irak por apoyar a Bosch. Estos eventos han creado un ambiente de incertidumbre sobre el futuro del certamen, que se enfrenta a una crisis de credibilidad.