La cinta retrata los últimos meses de vida del doctor Federico Rebolledo, un tanatólogo que dedicó su carrera a ayudar a pacientes terminales a morir sin sufrimiento y que tuvo que aplicar su propia filosofía tras ser diagnosticado con cáncer terminal.
El proyecto nació de manera orgánica cuando Santa María, yerno de Rebolledo, comenzó a grabar entrevistas y consultas para documentar el trabajo del médico. Lo que inició como un registro profesional se transformó en un retrato íntimo y familiar cuando la enfermedad del protagonista se convirtió en el eje central de la narrativa. El documental aborda de manera sensible cómo Rebolledo enfrentó su propio final, involucrando a su familia y amigos en decisiones como la lectura de su testamento en vida y la organización de una fiesta de despedida. El director aclara que la película no es una “propaganda a favor de la eutanasia”, sino una invitación a dialogar sobre un tema tabú en la sociedad mexicana. La cinta explora la legalidad de la muerte digna en México, donde la eutanasia activa no está permitida, pero sí la ortotanasia o eutanasia pasiva, que consiste en cuidados paliativos para aliviar el dolor. A través de las palabras de Rebolledo, quien sostenía que “morir es un acto de vida”, el filme busca empoderar a las personas sobre sus propias decisiones al final de la vida y visibilizar las opciones existentes.